martes, 31 de julio de 2012

Ciencia con conciencia: Cambio climático... ¿dos posturas irreconciliables?


Este será un artículo muy breve. Existen dos teorías que hablan sobre en cambio climático:

1º El actual está producido por la actividad industrial del hombre.

2º Geológicamente hablando la tierra muestra periodos variables en este aspecto. Cuanto más atrás nos remontamos, más claro tenemos que el cambio climático es un fenómeno natural.

Algunos científicos con bastante sentido común han dicho que es mejor hacerse las preguntas correctas y dejarse de  conspiraciones, alarmismos, e interpretaciones oscuras e interesadas. Y las respuestas a esas preguntas están diseminadas en los estratos rocosos y en los glaciares repartidos por todo el planeta; muestran la historia de la Tierra de forma evidente, y pueden orientarnos sobre lo que previsiblemente nos espera en el futuro.

Ahora os dejo con algunos enlaces que defienden una de estas dos posturas, además de otros que tratan el tema desde otras ópticas, y de paso os animo a que vosot@s mism@s os documentéis.

http://berkeleyearth.org/available-resources/

http://mitosyfraudes.org/Calen/HockeyMk2.html

http://www.biocab.org/carbon_dioxide_geological_timescale.html

http://www.eduardpunset.es/tag/cambio-climatico

http://www.youtube.com/watch?v=1dkZUXEVyWM

http://elmiradorenlafrontera.blogspot.com.es/2011/12/ted-michael-mann-sobre-el-cambio.html

http://www.ted.com/talks/lang/es/james_hansen_why_i_must_speak_out_about_climate_change.html

http://www.ted.com/talks/lang/es/david_keith_s_surprising_ideas_on_climate_change.html

http://www.ted.com/talks/lang/es/johan_rockstrom_let_the_environment_guide_our_development.html

http://www.ted.com/talks/lang/es/al_gore_warns_on_latest_climate_trends.html








lunes, 23 de julio de 2012

Me doy cuenta (V)


Mi foto

¿El reflexionar implica pensar?

Esta pregunta me la hizo hace poco tiempo una persona con la que converso con frecuencia. Ahí va mi contestación.

Muy buena pregunta la tuya: ¿el reflexionar implica pensar?

Hace poco tiempo me di cuenta de que pensar no es negativo, porque mientras la mente esté atenta, el silencio en el que se encuentra le impide especular, y por lo tanto, la mente recibe ´alimento fresco´ proveniente del presente. Así que en ese estado de atención, come y excreta, no acumula nada superfluo.

Observo que tal y como aprendemos a reflexionar, llenamos la mente de pensamiento condicionado (acumulado en el pasado), la removemos, y de ese ´centrifugado´ extraemos uno o varios pensamientos "nuevos". Me di cuenta que de nuevos no tenían nada, tan solo son combinaciones de los ya existentes, lo cual me permite ´tirar para adelante´ durante un tiempo y establecer nuevos dogmas personales (rigidez); pero antes o después necesito reformas, y vuelta a empezar. Más tarde me di cuenta de que el pensamiento no es creativo sino especulativo, ya que no trabaja con el presente, y esa es la razón por la que crea los problemas. Así que generalmente la resolución de un problema genera otros. Esto lo hemos asumido como natural, y yo, hoy, lo pongo en duda.

Lo que se entiende por intuición, esa capacidad para ver lo esencial sin necesidad de razonamiento previo, sería quizá lo que entiendo hoy por pensar, aunque las definiciones más formales digan que en el acto de pensar se razone. Así que hoy entiendo reflexionar como un mirar para adentro y para afuera en completo silencio, una forma de observar el presente sin la intervención de los pensamientos para así poder estar en contacto con los hechos en sí y no con sus interpretaciones. Es algo sumamente difícil que ocurre cuando no lo buscas, es un fenómeno espontáneo, a mí tan solo en alguna ocasión me ha ocurrido, seguramente igual que te ha pasado a ti. Aún tratándose de algo tan difícil creo que merece la pena hablar de ello para que sigamos animándonos a vivir una vida sin conflictos, sin miedo, y en completa comunión con el mundo.

Un abrazo.

miércoles, 11 de julio de 2012

Me doy cuenta (IV)


Mi foto


               Leyendo un texto de J. Krishnamurti que habla sobre el mecanismo de la acción he comenzado a indagar sobre esta cuestión y lo voy a compartir con vosotr@s.
            
            Observo que las acciones cotidianas están planificadas, y es el pensamiento el que las planifica y ordena. Hora de levantarse, aseo, menú para hoy… Y esas acciones habituales o mecánicas son posibles porque hubo un aprendizaje previo que está almacenado en la memoria en forma de conocimiento, y que puede variar a causa de las experiencias al respecto que almacenamos. Digamos que estamos preparados para asumir modificaciones ya aprendidas en nuestras rutinas, y por ello las integramos en ellas. Estas acciones se pueden comparar inicialmente con un plano en dos dimensiones (es algo muy limitado, básico); existe una tercera dimensión que procede de los pensamientos que manejamos a lo largo del día y que conforman nuestra forma de actuar frente a los acontecimientos en los que nos vemos envueltos y que por lo tanto nos afectan.

Sobre el papel, planificar es muy sencillo, pero al tratar de plasmar esa rutina, la ´tercera dimensión´ antes aludida tiene un papel determinante en el desarrollo de los acontecimientos. Por ejemplo, suena el despertador y quizá mi primer impulso sea apagarlo y seguir durmiendo; entonces tiene lugar un conflicto interno… Me voy a asear y al mirarme en el espejo me ensimismo e invierto más tiempo del previsto; otro conflicto… No quiero ir a trabajar esa mañana y por ello reacciono mal ante mi esposa; conflicto enlatado… O sea, que la propia acción planificada no suele salir como yo la diseñé, más bien adquiere vida propia. Uno de los mayores conflictos surge cuando yo quiero que mis acciones sean eficaces y respondan al plan prefijado. Con toda su rigidez, planificación y experiencia, ni los militares, ni las grandes multinacionales han podido solucionar esto.

Observo que esto se debe a que en buena parte necesitamos vivir en un mundo seguro, donde todo discurra sin sobresaltos y donde no haya variables molestas que nos lleven a tener que adaptarnos a nuevas situaciones imprevistas. Esto se ve muy bien en el tráfico, es muy fácil que un conductor pierda los nervios, ya que había planificado ir del punto A al B, nada más, y el tráfico ya se sabe… Parece que nos negamos a ver que todo proceso nunca ocurre dos veces de la misma forma, incluso en el mundo de la automatización de procesos industriales se sabe esto. Así pues, todo lo nuevo suele ser visto como una molestia, como un acontecimiento indeseado.

Se habla mucho del saber adaptarse y el estar preparado para el sobresalto cíclico. Lo que me llama la atención es que esas variables no alteran la ecuación de la acción, sino que se suman a ella, por lo tanto no variaremos los resultados, sino que tan solo nos hemos resignado al hecho de que existe variabilidad, y así y todo seguimos queriendo que las cosas lleguen al punto previsto. Si incluso en las empresas más complejas tecnológicamente hablando, las cosas nunca salen como se planificaron, ¿cómo podría ser diferente en el terreno humano?

¿De dónde procede esta forma de enfocar la vida y sus procesos?
            
         Observo que la necesidad de seguridad está provocada por el miedo a lo desconocido, a lo misterioso, a lo que no podemos controlar. Como uno de los ejemplos culmen de todo esto está la muerte; fíjense en la cantidad de teorías, creencias, ideas, que se han creado a su alrededor. Pero al final, el hecho sustancial e innegable para toda persona que desee verlo sin intermediarios, es que con la muerte llega el silencio y la disolución. Quizá entrando de lleno en ello, dejándonos embeber en ello, podamos aprender directamente del hecho en sí, sin intermediario alguno. Siempre que podemos comemos alimentos frescos, o lo más frescos posible, sin embargo en el mundo de la acción, muchas veces tenemos como combustible del motor de la acción a alimentos momificados.   
            
            Observo que actuar de forma creativa en la vida requiere de toda nuestra atención, y en sí, esta forma de actuar no necesita del pensamiento, que es experiencia, memoria, tiempo, y por lo tanto pasado. Si la acción estuvo bien realizada no quedará huella en la memoria pues constituye en sí el alfa y el omega.
            
            Nuestra manera de proceder en la vida afecta a los demás, si estamos crispados, tristes, alegres, eufóricos, etc, transmitimos eso en nuestro entorno, y ello se propaga como las ondas y termina afectando antes o después a todos los humanos. El ambiente de crispación en mi trabajo no se va a quedar entre los muros de la oficina, de alguna manera va a entrar por las venas de los trabajadores que van a inocularlo en su entorno, y así sucesivamente, tal como lo hace una epidemia. Observo que una forma revolucionaria y siempre nueva de actuar desactiva este efecto perverso y nos lleva a actuar como una sola entidad, que es lo que somos en esencia. La humanidad es un organismo simbiótico; el autoconocimiento serio y responsable acaba por desenmascarar en cada acción al ego, la razón de su creación y su forma de proceder. Cuando un conjunto de personas, libremente se transforma en un equipo, la individualidad se diluye.
            
             Si el ego es un particular conjunto de pensamientos agrupados de una forma única (personalidad individual), este tiende a velar por sus intereses. Cada cerebro enfoca los problemas de la vida desde una óptica diferente y cree que esa es la mejor visión. El conflicto es entonces inevitable, la individualidad trae el conflicto, y la acción es siempre parcial y exclusiva.
   
                Quiero acabar con una serie de preguntas: ¿Es posible así un entendimiento verdadero, o se trata de una alternancia de intereses, con lo que los mismos problemas siguen de forma latente imbricados en la sociedad? ¿En un mundo en el que el ser humano descubre esta relación simbiótica, hace falta la individualidad, lo mío y lo tuyo? ¿Si cada momento es único e irrepetible, de qué nos sirve el retenerlos en forma de experiencia? ¿Es posible actuar de forma inmediata sin la intervención del pensamiento? ¿Sin ideologías ni ideas, en qué se transforma el pensar?           

lunes, 9 de julio de 2012

Me doy cuenta (III)

Mi foto
           El patrón del comportamiento humano y del mío propio me ha fascinado durante mucho tiempo. Pero me he dado cuenta de que tratar de entenderme me consolida como ente con una identidad propia, lo cual me aleja de un estado libre y creativo y me sumerge en el sueño de la razón.
            
            Observo que nada de lo que soy se debe a un fenómeno creativo, sino a un estado predeterminado por los pensamientos agrupados en forma de deseo. Lo creativo no está relacionado con esto, pues esto es una estructura pensada, planificada, y ejecutada con un plan. Esto sirve para construir un edificio, pero para vivir el día a día se termina convirtiendo en una rutina insufrible. Un remedio magnífico ante la desidia es el introducir cambios en la rutina… Eso es como mezclar, en un plato que no me gusta, ingredientes que me encantan. Al final nada es lo que parece.
            
             Creo que no me levanté con el pié izquierdo (¿o sí?). Me doy cuenta de que la vida no la solemos mirar de frente ante el miedo que nos produce darnos cuenta de lo insípida e insustancial que es. Tratamos de convivir con conceptos maravillosos que se convierten en papel mojado en aras de una practicidad y funcionalidad frías. Hablamos del amor, la amistad, el valor, el miedo, pero no somos capaces nada más que de ver el resultado de su influencia; no suele ser común escuchar a alguien que hable de ello creativamente, sin estar absorbido por una forma de pensamiento u otra.
            
            Observo que estar atento ante el momento presente puede abrirnos las puertas de la vida, puertas que nos conducen al estado creativo por excelencia. El conflicto nace en el seno de la misma identidad personal y se extiende a las demás identidades que también están en conflicto, en una espiral de dolor aparentemente imparable. Lo hemos intentado todo y no hay solución que contente a todas las identidades al mismo tiempo. El ego es exclusivista y trata de aglutinar entre sus filas a otros egos que buscan lo mismo, pero cuando se juntan surgen también las diferencias. ¿De semejante inestabilidad puede surgir el orden? Evidentemente no. Por muchas reformas que se implanten sólo conseguimos ganar algo más de tiempo.
       
           En cualquier terreno de la discusión humana solemos ver enfrentamiento de posturas preestablecidas, pero raramente se ve indagación seria, disposición para la observación profunda. Salimos a la calle cada día con una mochila cargada de ideas preconcebidas que nos enfrentan con el contenido de las mochilas de otras personas. Observo que desde las ideas lo único que logramos es imponernos los unos a los otros, y quizá mejorar en algunos aspectos, a costa de descuidar otros de vital importancia. Plantéese uno de los conflictos internacionales, y después uno personal, de esos que duran ya años, y verá el mecanismo que los mantiene vivos.
            
        ¿Podemos vivir en armonía, paz y concordia los seres humanos? Sin autoconocimiento serio y responsable eso es imposible. 

sábado, 7 de julio de 2012

Me doy cuenta (II)

Mi foto    La verdad es que otra vez me encuentro ante el teclado sin saber cómo abordar este nuevo texto. Esta semana está resultando muy intensa, un “rompe piernas emocional” en toda la regla. Vamos a ver adonde llegamos.
            
           Observo que tenemos muy arraigada la necesidad de clasificarlo todo, y con cada etiqueta adherimos una imagen. Es una fiera en su especialidad, es una eminencia, es un pobre hombre, es una maruja, es un mediocre… ¿De dónde surge la necesidad de actuar de esta forma? ¿Por qué todo debe estar clasificado de forma piramidal? ¿Por qué queremos ser más, ser mejores? ¿Por qué no sabemos vivir en paz y concordia reales?
            
           Dejemos a los expertos con sus sesudas explicaciones, no estamos aquí para hacerles eco, sino para indagar desde la no confrontación de los contrarios, desde la observación pura, sin justificaciones ni condenas.
            
           Esto nos lleva de lleno al asunto de las relaciones humanas. ¿En qué se basan? Observo que lo hacen fundamentalmente entorno al poder y al interés. El comportamiento de una enorme mayoría de nosotros es gregario, pertenecemos a un grupo e intentamos no “salirnos de la foto” para no ser rechazados, adquirimos comportamientos preestablecidos y nos comunicamos con jergas específicas; todo ello está orientado a nuestra integración en el grupo de turno. En el grupo la lucha por la hegemonía es aún mayor que la lucha por la supervivencia. El liderazgo humano está muy, pero que muy emparentado con el mundo animal. Las modernas democracias han suavizado las formas, pero en el fondo se trata de lo mismo. Nos dividimos en grupos para todo y esos grupos tienen intereses que chocan con los de los demás… El conflicto está servido.
            
            Se dice que el diálogo está para “limar asperezas”, y que gracias a él las confrontaciones adquieren dimensiones civilizadas. Es cierto que en un porcentaje significativo, esta herramienta suele evitar confrontaciones físicas con los consabidos resultados, pero lo que no palian es el problema de la violencia. Una importante cantidad de sistemas humanos rezuman violencia por cada poro. Pongamos como ejemplo el mundo industrializado: ciudades llenas de gente que tiene que compartir espacios reducidos, un elevado número de trabajos nada creativos, competencia como consentida moneda de cambio, barriadas divididas en clases sociales, soledad forzosa, anonimato doloroso, ruido… Esto desgasta muchísimo al ciudadano, que sueña con tener una mejor calidad de vida, y debido a eso cae en la contradicción de “abrazar” aún más al sistema que le oprime, u oponerse a él con todas sus fuerzas, con la esperanza de que su agonía dure menos tiempo. Por otra parte, una buena parte de nosotros se da cuenta de que lo que busca es utópico, o a lo sumo poco probable, y entonces se suma a la masa conformista que mantiene el sistema tal cual, por no saber ni querer conocer una opción mejor. Así podemos ver grupos con determinada visión de la vida que son difícilmente “maridables” con otros, como son  los tradicionalistas, reformistas, liberales, ecologistas, anti sistema, y demás grupúsculos vinculados de una forma u otra al sistema en vigor.
            
          Observo la dañina zarpa de la contradicción en cada uno de estos comportamientos, tanto en la acción de liderazgo, como en la acción de la oposición, e incluso dentro de los propios grupos. Puede verse entre países, regiones, partidos políticos, empresas, comunidades de vecinos, y por supuesto familias. La violencia que esto genera nos precipita al abismo del dolor, y todo ello es el combustible que alimenta la hoguera de las vanidades, del ego en constante conflicto consigo mismo y con los demás. Formamos parte de una especie en continuo conflicto que ha hecho de él la moneda de cambio y al cual parece no saber o no querer renunciar.
            
          Observo que el conflicto, lejos de ser “un mal necesario”, es una enfermedad que nos lleva a la corrupción y la disolución. ¿Y qué causa el conflicto? Lo causa el pensamiento, que por definición es limitado, sectario, parcial y excluyente. ¿Cuáles son algunas de las principales causas de los conflictos más añejos y violentos? La religión y el nacionalismo, derivadas ambas del pensamiento.  
            
             Les propongo realizar un pequeño ejercicio con un grave problema actual: el hambre en el mundo. Partamos de la base de que todos formamos parte de la misma familia, veamos directamente las causas y las ramificaciones que las “alimentan”.  Es posible que muchas de las cosas descritas en el artículo salgan a la superficie.
            
         ¿Podemos actuar en la vida sin la sectaria presencia del pensamiento? ¿Es el pensamiento una herramienta insustituible? ¿Es el pensar una cosa y el pensamiento otra? ¿Podríamos indagar profundamente sobre la influencia del condicionamiento y su relación con el pensamiento?
            
              Hasta aquí quiero llevar este parcial retrato del conflicto humano; que cada cual siga indagando con el fin de aportar al conjunto el resultado de sus pesquisas.
  

miércoles, 4 de julio de 2012

En memoria de un buen amigo, Dani

Mi fotoHace unas pocas horas un buen amigo se ha marchado. Se ha creado ese vacío, ese silencio total que todo lo inunda. La mente quiere llenarlo con sus recuerdos, pero flaco favor nos hace. Los sentimientos afloran y también flaco favor nos hacen. Todo ello se mezcla creando caos y dolor, en una espiral perversa que nos paraliza.
            
         Una vez más los que nos quedamos nos vemos desbordados, impotentes, tristes… Pero cada segundo del día pasa esto en algún lugar del mundo, y los que se quedan también sufren. ¿Por qué sufrimos? Desde luego no lo hacemos por el que se ha marchado, porque no sabemos qué sucede después de su marcha. Observo que sufrimos porque no sabemos qué hacer con ese silencio total que se genera tras la marcha. No entendemos lo que ha pasado, no sabemos qué hacer con el patrimonio en forma de recuerdos que nos ha quedado. Entonces el pensamiento se pone en marcha y construye una historia acerca de lo que ha pasado… Todos lo hemos experimentado en alguna ocasión, ¿verdad?
            
              Pero no solemos hablar de ese denso silencio que nos queda, porque eso es lo único que hay cada vez que intentamos afrontar el hecho. Ese silencio que todo lo cubre y que nos hiela la sangre si lo consideramos así, desnudo, sin interpretación alguna.
            
             Eso es lo que hoy quiero deciros, que en ese silencio está la tan anhelada respuesta acerca de lo que es la muerte, y sin embargo nos olvidamos de que no podemos acceder a él hasta que nos llegue el momento, y por ello construimos toda clase de explicaciones. Así pues sólo nos queda el entender lo que es la vida. ¿Acaso el silencio no estará también tras su misteriosa presencia? Decimos que la vida lo inunda todo, ¿y acaso la muerte no lo hace también?
            
            Observo que en la vida no aceptamos con facilidad a la muerte, y sin embargo esta nos rodea e interviene en todo momento. Mueren los trabajos, mueren las amistades, mueren los amores, mueren las células… Un elevado número de nosotros preferimos llevar a cuestas el pesado fardo de todo esto y hacemos lo que sea por ignorarlo, y nuestro caminar se vuelve tan pesado... Sin embargo, pacientemente, la muerte sigue ahí, compañera, amiga, natural como la propia vida, señora del tiempo, y sobre todo, silenciosa.
            
            La muerte no especula, se manifiesta cuando llega el momento y se marcha tan silenciosamente como llegó. ¿Podemos comulgar con ese silencio que en esencia constituye el verdadero misterio? ¿Podemos vivir y morir en cada instante tal cual lo hace todo lo que nos rodea?
            
                Dani, amigo, en la vida y en la muerte, nos hemos encontrado todo este tiempo. 




lunes, 2 de julio de 2012

Me doy cuenta (I)


Mi foto    No quisiera perder el tiempo en teorías y suposiciones acerca de lo que podría ser el escuchar, así que sería mejor que comenzáramos con lo que no es escuchar. Lo que podemos observar es aquello a lo que tenemos acceso a través de la relación con las cosas de la vida, levantar teorías acerca de lo que no se ha observado, acumulando saber teórico, no nos acercará a la respuesta más de lo que estamos ahora. Eso explica el hecho de que tener una clara idea de lo que nos dificulta la comprensión, no suele desatascar el problema.
            
            ¿Qué es entonces escuchar? ¿Qué significa? ¿Qué supone?

Me doy cuenta de que tan sólo creemos que escuchamos, pero no lo hacemos, esperamos el momento de hablar, mientras dentro, agazapado, se encuentra el siguiente razonamiento. En ocasiones, cuando aparentemente escuchamos, lo que hacemos es reaccionar ante el estímulo intelectual que supone estar frente a otro intelecto. En la mayoría de las ocasiones nuestras conversaciones son una extensión de nuestro ego, que se comporta como el único habitante de su propio planeta; digamos que por curiosidad se acerca a los demás planetas, pero ya se sabe que las esferas sólo se tocan en una ínfima parte, así que aunque dispongamos las esferas en la posición más conveniente para dicho contacto, no tardaremos en apartarlas ante lo que consideremos como una agresión. Después nos acercaremos sigilosamente con la parte del planeta que más se asemeje a la de nuestro contertulio. Creemos que eso es relacionarse y así lo venimos haciendo desde tiempo inmemorial.
             
            He observado que cuando inusualmente escucho alguna vez con atención, es que estoy presente, y si estoy presente no pienso, por lo tanto el escuchar está unido con el hecho de relacionarse por completo con el otr@. Escuchar es amar a la otra persona, y desde ese amor es posible que el pensamiento no responda automáticamente a la memoria, que es de donde extraemos los argumentos, sino que se llene de vida, sea una expresión de la vida, y transmita vida.