domingo, 20 de mayo de 2012

VIVIR: ¿APRENDIZAJE CONSTANTE O PROGRAMACIÓN?

Mi fotoHace unas pocas horas veía un programa en la TV en la que unos neorocientíficos hablaban de algunos comportamientos del cerebro humano. La verdad es que quién no ha visto en los últimos años algunos de estos programas. En un momento del documental, uno de los científicos dijo que el cerebro preestablece patrones de comportamiento continuamente como resultado de la constante combinación de la información recibida del mundo exterior. Dicen haber descubierto que instantes antes de tomar una decisión, esta ya fue tomada.

Con algunos de estos razonamientos aún frescos me acosté, y unas pocas horas después me he despertado y he comprobado en ese estado de “duermevela” como la mente ha establecido a la velocidad del rayo la secuencia de acontecimientos con los que comenzaría el día. A la misma velocidad me he dado cuenta de que estos chocan frontalmente con la realidad de cada momento. Nuestro sistema cerebral propone soluciones estándar a problemas siempre nuevos. Eso genera una angustia considerable y es generador de conflicto, violencia y esfuerzo, no sólo en uno mismo sino que lo extendemos a la sociedad. ¿Es inevitable?

Mientras el cerebro-mente gana tiempo con dicha estrategia, que pretende salvaguardar la vida y prolongarla lo máximo posible a cualquier precio, busca una solución para paliar las crisis y entonces crea el futuro como una recombinación de elementos del pasado almacenados en forma de recuerdos existentes en la memoria. ¿Qué determina la combinación de pensamientos en cada momento?

Así pues el pensamiento actúa en capas más profundas que de no estar muy atentos pasan desapercibidas. Eso indica que nunca o casi nunca funcionamos en “modo manual”, porque la entidad que llamamos “el yo” constituye un complejo programa que determina el comportamiento frente a los hechos de la vida; programa que no puede paliar el conflicto de intereses y que luego se propaga en nuestras relaciones sociales.

Así que cuando entramos en crisis existencial más o menos profunda solemos paralizar en determinados momentos el sistema descrito, y ante el vacío, la soledad y el vértigo que sentimos, nos solemos asustar tanto, que nos abandonamos al programa de supervivencia para que nos conduzca nuevamente a la senda del más puro condicionamiento, donde encontramos seguridad.

Nos corresponde ser serios para terminar dándonos cuenta de los resultados personales y sociales de tales comportamientos. El cambio radical llegará si ese darse cuenta es verdadero.

martes, 15 de mayo de 2012

Los conceptos y el aprendizaje

Iba yo caminando y vi un árbol; frondoso, alto, imponente. Me detuve a observarlo y pude contemplar la cantidad de vida que albergaba, ¡era en sí mismo un ecosistema! Después de un tiempo observando me di cuenta de que yo también formaba parte de ese ecosistema; era un darse cuenta sin la intervención de la conciencia como pude constatar más tarde. No hizo falta darme de alta en ningún organismo público o privado, ni pedir permiso a nadie, ni darle dinero a nadie, era uno más en ese entorno y no hacía falta saberlo, era así.

En el momento que la mente intervino para tratar de guardar ese sentimiento comenzaron a fluir los pensamientos, inmediatamente desapareció esa comunión y apareció el esfuerzo del pensar… Allí estaba el árbol, allí los pájaros, allí la tierra, allí los caminos que lo delimitaban, más allá algunas personas disfrutaban del parque… La mente con su movimiento frenético ponía “orden” en todo aquél “caos” no identificado. Parece que el ´miedo a dejar de ser ´ la pone en marcha de forma automática. Debido al condicionamiento ancestral, la mente cree que el pensar es el movimiento de la vida y que el pensamiento es su combustible.

Observo que en contadas ocasiones el pensamiento se centra seriamente en algo, el resto del tiempo vaga tan solo para marcar las fronteras del yo y así mantenerlo en un estado latente. La existencia es algo así como un tronco hueco, tiene apariencia pero no sustancia. Nuestra vida en cierta medida se podría comparar a lo que hay entre un electrón y el núcleo del átomo al que está ligado: vacío.

Una vez que hemos adquirido ciertos conocimientos y desarrollado algunas habilidades nos centramos en explotarlas y vivir de las rentas. El aprender y la curiosidad de conocer por uno mismo se centra en un periodo limitado de la vida. El condicionamiento feroz lo reduce a la mínima expresión en tan solo unos pocos años. Es como una carrera de velocidad, cuanto antes hay que saber lo básico para poder sobrevivir, el resto no es determinante. La búsqueda de seguridad, torna la vida en una repetición con pocas variaciones, un ritual de muerte en un mundo vivo que está ahí para que lo gocemos instante a instante.


sábado, 5 de mayo de 2012

INICIATIVA POR UN CAMBIO RADICAL DE CONCIENCIA ¡YA!

¿La sabiduría es un estado del ser del que uno es completamente inconsciente? Observo que la consciencia es incorporar a la conciencia un elemento previamente reconocido por esta en forma de recuerdo-experiencia. La consciencia pertenece al terreno de lo personal y por lo tanto de lo limitado, cualquier conocimiento personal está basado en una interpretación (a través de nuestro particular condicionamiento) de la verdad de turno. O sea, que preferimos recrear, a ver, preferimos soñar, a vivir, preferimos la mortífera inactividad, a vivir lo que nos ofrece el momento, aquello que sí está relacionado con el ser y el existir.

Pienso que no deberíamos confundir la suma del conocimiento con la adquisición de la sabiduría, porque no se puede adquirir lo que no tiene límite. La suma del conocimiento no trae nada más que un mayor número de él mismo. Entre el nº 0 y el nº 1 hay infinitos números, así que por adición nunca se llega del 0 al 1, por ello, el conocimiento ha tenido que inventar un ardid. Es observable, por lo tanto, que la sabiduría está fuera de nosotros, no cabe en la conciencia, no es de la mente. Así pues a lo máximo que puede uno “aspirar” es a llegar a este punto, a partir de ahí nada depende de uno.

La suma de conocimientos puede hacernos pensar que estamos subidos a una escalera que tiene como piso final la sabiduría, pero al tratarse esta de una  interpretación, nuestra, o generalmente de otro (la tradición), seguimos en el terreno de lo especulativo y jamás se cumple dicho vaticinio, pues nosotros (el “yo”) morimos ignorantes en lo concerniente a la sabiduría y por ello necesitamos creer y comportarnos mediante un patrón concreto que nos hace pensar que estamos en el camino correcto… Lo que pasa es que millones de personas piensan igual con respecto a sus concepciones; ¿quién estará en lo cierto? El conflicto colectivo está servido.

Observo que solemos vivir en un estado de permanente confusión que pretendemos enmascarar con creencias e ideales, pero en realidad poco sabemos de nada relacionado con el ser y el existir (aparte de la enorme especulación al respecto tratada por las tradiciones orales, la mitología, la filosofía, la religión…). Cuando incorporamos la consciencia a la ecuación, pasamos al “modo conocer”, y así dejamos de relacionarnos con lo vivo para hacerlo con lo muerto, o sea, con el recuerdo de lo que opino que fue. Observo que vivir de impresiones, opiniones, elucubraciones, pálpitos, no es en modo alguno vivir, sino simular que se vive.

Como las palabras nada tienen que ver con lo descrito, pues son procesadas con un elemento que jamás estará en contacto con la verdad (el “yo”), no nos queda más remedio que realizar en nosotros el gran cambio. El autoconocimiento descondicionado, serio y responsable es vital.